Monday 13 October 2025
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jornada.unam - 3 days ago

László Krasznahorkai*: Y Seiobo descendió a la Tierra

Todo se mueve a su alrededor como si por una vez hubiese llegado allí el mensaje de Heráclito, superando cuantos obstáculos encontró en el camino, transportado por una corriente profunda desde una distancia inconmensurable, porque el agua se mueve, fluye, viene y se aleja, se agita la seda del viento, oscilan las montañas en la canícula, y tremola y vibra también el calor en el paisaje, al igual que las pequeñas islas cubiertas de hierba alta y esparcidas por el cauce del río y cada una de las pequeñas olas que trastabillando se precipitan por el dique bajo y lo mismo cada una de las partículas inasibles y fugaces de esas olas que pasan como una exhalación y cada rayo de luz que se enciende en el manto de los pasajeros elementos, así como las gotas luminosas, imposibles de asir con palabras, chispeantes y dispersas que aparecen en la superficie y se desintegran en el acto, las nubes que se arremolinan, el nervioso y tembloroso cielo azul en lo alto, el sol, cuya presencia radiante y cegadora, concentrada en una fuerza inmensa e indescriptible, se extiende brillando con frenesí a toda la creación del momento, los peces y las ranas y los insectos y los pequeños reptiles en el río y los coches que progresan implacables por el asfalto humeante de las calles trazadas en paralelo a las orillas, los autobuses que pueden ser los de la línea 3 en el norte, o los de la línea 32 o los de la 38, luego las veloces bicicletas que se desplazan bajo los amplios diques de contención, los hombres y las mujeres que caminan a la vera del río por senderos abiertos o apenas insinuados en el polvo, y también los bloques de piedra puestos de manera artificial y asimétrica bajo la masa fluente del agua para frenarla, todo ello aparenta o experimenta que algo le sucede, que transcurre y avanza y anda y se hunde y se levanta y desaparece y reaparece y corre y fluye y se escurre por alguna parte, pero él no, él no se mueve en absoluto, el ooshirosagi, pájaro níveo y enorme, cazador que ni siquiera esconde su vulnerabilidad, que puede ser atacado a voluntad por cualquiera, él se inclina hacia delante, tensa y estira hacia abajo el cuello que tenía doblado en forma de S y estira también, siguiendo la misma línea, la cabeza mientras aprieta las alas contra el cuerpo, apoya las delgadas patas en puntos concretos bajo el agua, clava la vista en la superficie de la fúgida corriente, en la superficie, sí, a la vez que, al refractarse la luz, ve con toda nitidez cuanto sucede allá abajo por muy rápido que venga, se percata de que algo acude, de que algo va a parar allí, de que viene un pez, una rana, un insecto o un diminuto reptil con el agua que en ocasiones se frena un poco y enseguida espumea, y entonces se abalanzará sobre la presa con un movimiento rápido y preciso del pico y la alzará, no se verá exactamente qué, pues todo se producirá con la celeridad de un rayo, de tal manera que no se podrá ver, aunque sí saber, que se trata de un pez, de un amago, de un ayu, de un una, de un kamotsuka, de un mugitsuku, de un unagi o de otro pez, por eso se ha parado allí casi en el centro mismo de las someras aguas del río Kamo y por eso permanece allí en un tiempo cuyo paso no puede medirse pero que existe sin la menor duda, en un tiempo que no va ni para delante ni para atrás, sino que es una suerte de remolino que no avanza hacia ninguna parte, echado allí como una complejísima red, y la inmovilidad del cazador tiene que nacer y mantenerse contra una fuerza tan enorme que sólo podría asirse en su simultaneidad, pero es precisamente esto, el asirlo todo de forma simultánea, lo que resulta imposible, de suerte que sigue siendo inefable, no lo captan las palabras pensadas una por una para describirlo ni la totalidad de las palabras al alimón, y eso que él tiene que apoyarse en un solo instante a la vez y obstaculizar así cualquier movimiento y permanecer en solitario, por sí solo, en medio de la locura de los acontecimientos, en medio de un mundo ruidoso y agitado, en ese instante tendido como una red que luego lo cierra y lo encierra, es decir, tiene que detener su níveo cuerpo en el centro mismo del movimiento desenfrenado y oponer su inmovilidad a la fuerza gigantesca que se le echa encima desde todos lados, aunque mucho después sí se producirá, mucho después sí ocurrirá que volverá a participar en la locura total del movimiento desenfrenado y entonces se moverá él también, como todo, asestando un golpe con la velocidad de un rayo, pero por el momento solamente se encuentra en el instante que se cierra en torno a él, se encuentra en el comienzo de la caza.


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